La historia comienza con una conversación entre Gudrun y Úrsula, hijas de un maestro de artes y oficios retirado en un pueblo minero. Gudrun es artista, independiente y orgullosa; Úrsula es maestra, más práctica y tranquila que su hermana. Ambas han cumplido ya los veinticinco años y han rechazado propuestas de matrimonio. Gudrun acaba de volver de Londres, donde ha estudiado arte y ha tenido sus primeros amantes. Es en esta primera conversación donde ya comienza el debate sobre el matrimonio. Las dos hermanas tienen conceptos diferentes de lo que pueden esperar de la unión con otro hombre y lo que puede aportarles como individuos. Sus diferentes puntos de vista se desarrollan en un tono tenso y casi frío, como si el matrimonio fuese solo una herramienta práctica, una “experiencia” que puede aportar algo (o no) a sus vidas.
«—¿No crees que es necesario tener la experiencia de haber estado casada?
—¿Y tú crees que estar casada representa siempre una experiencia?
Fríamente, Gudrun contestó:
—Forzosamente, en algún aspecto u otro. Quizá sea una experiencia desagradable, pero experiencia al fin.
—No lo creo así. Lo más probable es que el matrimonio signifique el final de las experiencias.»
Las dos mujeres parecen rebelarse ante el inevitable destino del matrimonio, pero a la vez ansían un cambio en sus vidas. La aparición de los personajes masculinos acrecienta esta contradicción y eleva el tono crispado de las conversaciones, que se convierten en auténticas batallas dialécticas, duras y poco inclinadas al romanticismo.
«A mí la idea de traer hijos al mundo no me conmueve lo más mínimo.»
Gudrun Brangwen
Gerald Crich y Rupert Birkin son los dos hombres protagonistas de la novela. La familia de Gerald es propietaria de las principales minas de la zona, mientras que Birkin es inspector de escuelas. Ambos tienen una posición social más elevada que Gudrun y Úrsula. Su amistad es también un punto de fricción a la hora de concebir el matrimonio con las dos mujeres. Porque, realmente, la trama no trata sobre si acabarán juntos o con quién, sino más bien en cómo.
«Hay que desmitificar el ideal amor-y-matrimonio. Necesitamos algo más amplio. Creo en la perfecta relación adicional entre hombre y hombre, adicional al matrimonio.»
Rupert Birkin
Una de las escenas más controvertidas la protagonizan estos dos personajes en el salón de la casa de Gerald, donde mantienen un combate cuerpo a cuerpo, desnudos. Lawrence trata esta escena con ambigüedad y un lenguaje muy sexual, pero sin que llegue a culminar en un encuentro homosexual. Esto sucede después de que Úrsula rechace la proposición de matrimonio de Birkin. Entonces, ¿es un intento de abordar la bisexualidad o es un ensalzamiento de la amistad masculina como una relación pura y sin barreras?
«—Rupert, he llegado a la conclusión de que en este mundo todo carece de importancia, salvo la presencia de alguien capaz de limar las aristas de la soledad. Sin embargo, ese alguien ha de ser siempre la persona adecuada. […]
—La mujer adecuada, supongo que quieres decir.
—Desde luego, cuando se puede elegir. Pero si uno no puede encontrar a esa mujer, basta con un hombre divertido.»
Pero volvamos a las mujeres. Otro personaje femenino perturba la historia de las dos parejas: Hermione Roddice, hija de un vizconde del Derbyshire y amiga de la familia Crich. Una mujer rica, intelectual, segura de sí misma y acostumbrada a imponer su voluntad. Y, sin embargo, esa superioridad deja entrever un vacío interior, una “grieta” que busca cerrar desesperadamente a través de su relación con Birkin, del que ha sido amante, aunque él ahora la rechace. Hermione desestabiliza la unión entre Úrsula y Birkin, no por malentendidos o enredos, sino por su posesión, un poder invisible que parece ejercer sobre él. Este personaje, al que se le atribuyen rasgos de caprichoso y manipulador, podría interpretarse también de otra manera: una mujer educada al mismo nivel que un hombre, que lucha por ser tomada en serio y que no tiene miedo a rebatir la opinión de sus homólogos masculinos. Algo bastante difícil a principios del siglo XX.
«—Al fin y al cabo, Hermione tiene el juicio suficiente para darse cuenta de que tú y yo no somos como la mayoría de las chicas. Será lo que tú quieras, pero no tiene un pelo de tonta. Y prefiero tratar a una mujer detestable que tratar a la mujer vulgar que vive apegada a su mundo. En ciertos aspectos, Hermione Roddice se arriesga.»
Gudrun Brangwen
Gudrun, Úrsula y Hermione representan tres perfiles femeninos muy distintos, pero con algo en común: sus dudas ante la sumisión del matrimonio y los hombres. En el caso de Gudrun, su relación llega a un extremo inesperado, muy distinto al de Úrsula: ¿hasta qué punto puede llegar una relación de atracción cuando excede en su intensidad? Las diferencias entre las dos hermanas quedan reflejadas en un final abierto, en el que parece que ninguno de los personajes encuentra su lugar.
«—¿Yo no te basto?
—No. Me bastas en cuanto puede bastar una mujer. Para mí, representas a todas las mujeres. Pero necesito un amigo, un amigo que sea tan eterno como somos eternos tú y yo.»
¿Por qué la recomendamos?
Cien años después de su publicación, Mujeres enamoradas toca temas que siguen resultando actuales: matrimonio, libertad sexual, amor, consciencia, diferencias sociales… más de quinientas páginas en las que mujeres y hombres reflexionan sobre su individualidad con la riqueza estilística de D. H. Lawrence.
Si te gusta este libro…
… No te pierdas El amante de Lady Chatterley, la siguiente novela de D. H. Lawrence, escrita en 1928, pero publicada en Inglaterra en 1960, tras un gran escándalo por su contenido sexual.