¡Atención! Este artículo contiene spoilers.
La novela
En 1941 James M. Cain escribió “Mildred Pierce”, la historia de una madre que lucha por ganarse el amor de su hija y sobrevivir a la Gran Depresión. Cain ya había publicado varias novelas, entre ellas “El cartero siempre llama dos veces”, y posteriormente escribiría muchas otras como “Pacto de sangre”, “La mariposa” o “Serenata”, algunas de ellas llevadas al cine en varias ocasiones.
Mildred Pierce es una ama de casa de clase media que vive en Glendale (California). Se separa de su marido, Bert, un arquitecto sin trabajo que se marcha a vivir con otra mujer, y queda al cargo de sus dos hijas, Veda y Ray. Es la década de los 30, la Gran depresión azota Estados Unidos y Mildred necesita encontrar un trabajo para mantener a sus hijas y no perder su casa.
Pero Mildred tiene dos grandes problemas: por una parte, ha sido ama de casa toda su vida, desde los diecisiete años, y no sabe hacer otra cosa; por otra parte, teme decepcionar las expectativas de su hija, Veda, una niña ambiciosa y pretenciosa que tiene grandes aspiraciones sociales.
Mildred busca trabajo durante días, recorriendo tiendas y agencias de empleo, donde se encuentra con varios personajes que le hacen ver la realidad de su situación. Aquí es donde vemos esos diálogos que caracterizan a Cain, directos e implacables, que “apalean” a la protagonista.
«—¿Me permite que le haga una sugerencia?
—Sí, claro.
—Yo no diría que usted sea una belleza deslumbrante, pero tiene una silueta de primera y dice que cocina bien y duerme mejor. ¿Por qué no deja de buscar empleo y le echa el anzuelo a un hombre, para casarse de nuevo?
—Ya lo intenté.»
Mildred representa a muchas de las mujeres de aquella época, que dependían económicamente de sus maridos y carecían de oportunidades si decidían incorporarse al mercado laboral, lo que solía suceder si fracasaban sus matrimonios. Mildred se comporta de forma petulante, incluso soberbia, con las mujeres que intentan abrirle los ojos. No está dispuesta a aceptar cualquier trabajo y deja que su orgullo se imponga a la desesperación.
«—Y ahora diré por qué le ofrecieron antes ese trabajo en el restaurante y por qué la he recomendado para ama de llaves. Es porque ha dejado que se le escapara la mitad de la vida sin aprender más que a dormir, a cocinar y a servir la mesa, y porque usted solo vale para eso. De modo que preséntese allí. Eso es lo que en definitiva tiene que hacer, y no hay ninguna razón para que no lo empiece a hacer ahora mismo.»
Pero, finalmente, después de varias experiencias desagradables, se presenta por casualidad la oportunidad de trabajar en un restaurante, y Mildred decide dejar a un lado sus expectativas y conformarse con ganar dinero como camarera. A partir de ahí, comienza un nuevo camino en el que descubrirá que es capaz de mucho más de lo que pensaba: llega a abrir su propio restaurante e incluso encuentra un nuevo amor.
«Hasta entonces, su experiencia en el terreno sexual había sido limitada, de carácter rutinario y tibio, aun en la primera época de su vida matrimonial con Bert. Ese incontenible y caprichoso deseo que Monty le inspiraba le parecía algo vergonzoso, temía que la dominara y pudiera interponerse entre ella y su trabajo, que estaba convirtiéndose en el objeto de su vida.»
La aparición de Monty Beragon, un hombre de alta posición social en decadencia, altera el universo de la familia y divide los sentimientos de Mildred, que ha descubierto el valor del esfuerzo y el trabajo. Gracias a ellos consigue abrir otros restaurantes y paga la educación musical de Veda y sus caprichos, así como el tren de vida de Monty, que termina dependiendo totalmente de ella.
«Monty sentía admiración y amistad por Veda. La llevaba a todas partes, al campo de polo, a la casa de su madre, concediéndole la equivalencia social que no otorgaba a Mildred, de modo que la niña vivía en un mundo que podría calificarse de líneas aerodinámicas. Mildred también tenía su mundo, uno más modesto, ligeramente oscurecido por el orgullo herido, pero en el que se escuchaba aún la música del arpa.»
A medida que pasa el tiempo, la relación entre los personajes se tensa hasta romperse varias veces. La única ambición de Mildred es alcanzar el amor y el respeto de Veda, y para conseguirlo le dará todo lo que quiera, aunque suponga su propia destrucción.
«—¡Usted está insinuando que mi hija es una víbora!
—No, es una soprano ligera, que es mucho peor. Una viborita joven es capaz de querer a su mamá y hacer lo que su papá le dice, pero una soprano ligera no puede querer a nadie más que a sí misma. Es una hija del diablo, mucho peor que todas las víboras del mundo. Señora, no se meta con esta muchacha.»
Joan Crawford en la película «Alma en suplicio»
Michael Curtiz dirigió esta adaptación en 1945, protagonizada por Joan Crawford, que terminó ganando el Óscar por su interpretación.
La gran diferencia de esta película con la novela se muestra ya en la secuencia inicial, donde vemos que Monty Beragon es asesinado. ¿Quién le ha matado? Es la cuestión que la policía trata de resolver interrogando a los testigos durante las horas posteriores a su muerte. Mildred es detenida como principal sospechosa, y en la comisaría relata su historia, que vemos en forma de flashbacks hasta el desenlace final.
El guion suprime varios personajes y modifica la historia sustancialmente, resultando una entretenida película de apenas 110 minutos. Es una mezcla de melodrama, thriller y cine negro que funciona gracias al ritmo rápido y ágil que mantiene en todo momento. En comparación con la novela, podemos echar de menos algunos detalles que definen mejor a los personajes y nos sorprenderán los giros añadidos, pero el cambio de planteamiento no desmejora la trama y le da un punto de suspense que no tiene el libro.
Joan Crawford hace una buena interpretación, dramática y afligida en todo momento. Sabe mezclar el estoicismo del personaje con su ingenuidad, aunque a veces nos cueste creer que alguien pueda engañar a esa imponente mujer de hombreras imposibles y voluminosos abrigos de piel.
Kate Winslet en la miniserie «Mildred Pierce»
En 2011, HBO estrenó una nueva adaptación de la novela en formato miniserie de cinco capítulos, protagonizada por Kate Winslet. La serie recibió varios galardones en los premios Emmy, entre ellos el de mejor actriz principal.
En este caso, son pocas las diferencias entre el guion y la novela. El más sustancial es el final, que queda más resumido en la serie, pero sigue manteniendo la esencia del libro y no supone una diferencia notable. Precisamente, la falta de sorpresa puede ser lo único negativo de esta miniserie de más de cinco horas de duración, ya que en algunos momentos podemos echar en falta algo de ritmo en la trama.
Kate Winslet se adapta perfectamente al personaje, físicamente es muy similar a la descripción de Cain y no resulta tan extravagante como Joan Crawford. Su sencillez hace más creíble a Mildred, más humana y sensible, a la vez que el magnetismo de Winslet hace más creíble la relación con Monty. Otro punto a favor de la serie es que la actriz está rodeada de personajes secundarios a su altura, sobre todo en los papeles de Monty (Guy Pearce) y Veda (Eva Rachel Wood).
¿Por qué la recomendamos?
Ambas adaptaciones son tan diferentes que pueden disfrutarse sin desmerecer la una a la otra. Las dos son obras de calidad, especialmente la de HBO, y decantarse por una de ellas puede depender simplemente del tiempo que tengamos disponible para verlas.
Algunas curiosidades sobre Mildred Pierce…
Sonic Youth compusieron la canción “Mildred Pierce” para su álbum “Goo”, publicado en 1990. Es un tema angustioso y tenso que rinde tributo a la película de Michael Curtiz. En el videoclip de la canción, Sofia Coppola interpreta a una desquiciada Joan Crawford corriendo por las calles de Hollywood.
Si te gusta Mildred Pierce…
No te pierdas dos grandes clásicos del cine negro firmados por James M. Cain: «El cartero siempre llama dos veces» y «Perdición».